Imagina un mundo en el que cada bocado de comida que ingieres contribuya no sólo a tu salud, sino también a la salud de nuestro planeta. Un mundo en el que la agricultura no sea una fuente importante de gases de efecto invernadero, sino un medio de capturar y almacenar carbono. Este es el mundo que la agricultura baja en carbono y la agricultura regenerativa pretenden crear.
Vivimos en una época de retos sin precedentes. El cambio climático, la pérdida de biodiversidad, el agotamiento de los recursos naturales: todos estos problemas están relacionados con la forma en que producimos y consumimos nuestros alimentos. La agricultura es a la vez víctima y causa de estos retos. No sólo se ve afectada por el cambio climático, sino que también es responsable de casi una cuarta parte de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Ante esta realidad, necesitamos un nuevo enfoque de la agricultura. Un enfoque que no sólo reduzca las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también contribuya a mitigar los efectos del cambio climático. Aquí es donde entran en juego la agricultura baja en carbono y la agricultura regenerativa.
Agricultura baja en carbono
Los sistemas y prácticas agrícolas con bajas emisiones de carbono pretenden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, secuestrar carbono y minimizar la huella de carbono de las actividades agrícolas. El uso sostenible de la tierra, la eficiencia de los recursos y la adopción de tecnologías y prácticas innovadoras como la agricultura de precisión, la agrosilvicultura y la labranza de conservación son las prioridades de este enfoque.
Agricultura regenerativa
La agricultura regenerativa, en cambio, va más allá. No sólo pretende reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino también restaurar la salud del suelo, aumentar la biodiversidad y mejorar los ciclos del agua. Utiliza técnicas como el pastoreo rotativo, que imita los movimientos naturales de los rebaños para regenerar el suelo, y la cubierta vegetal permanente, que protege el suelo de la erosión y ayuda a almacenar carbono.
Estos enfoques tienen el potencial de transformar nuestro sistema alimentario. Pueden ayudar a mitigar el cambio climático, restaurar la biodiversidad y mejorar la resistencia de nuestros sistemas agrarios. Pero no están exentos de dificultades.
Uno de los principales obstáculos a la adopción de la agricultura regenerativa y con bajas emisiones de carbono es la falta de conocimientos y competencias. Estas técnicas requieren una comprensión profunda de los sistemas naturales y la capacidad de trabajar con ellos en lugar de contra ellos. También exigen invertir tiempo y dinero, lo que puede suponer un obstáculo para los agricultores que ya tienen dificultades para llegar a fin de mes.
A pesar de estos retos, hay soluciones. Los programas de formación y apoyo pueden ayudar a los agricultores a adquirir los conocimientos necesarios. Los incentivos financieros pueden ayudar a compensar los costes iniciales. Y las políticas públicas pueden crear un entorno favorable a la adopción de estas prácticas.
En última instancia, la agricultura baja en carbono y la agricultura regenerativa no son sólo técnicas agrícolas. Son una visión de un sistema alimentario que no sólo alimenta a las personas, sino también al planeta. Son una respuesta a la llamada de nuestro tiempo, una llamada a la acción para un futuro más sostenible y resiliente.
Artículo escrito por Maxence, Product Manager de MyEasyCarbon en MyEasyFarm.
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